
I
Olvidarse de tu nombre,
tantas veces en mis labios,
sin que un descuído de hombre
haga que vuelva a nombrarlo.
Estribillo.
Qué díficil aprender (doble bis)
a olvidar lo que se quiso
después de tanto querer.
II
Olvidarse de tu risa,
hecha de luz y de día,
para esparcir las cenizas
del sueño que yo tenía.
III
Olvidarse de tu boca
con sabor a caramelo,
beber amarga la copa
del desengaño y los celos.
IV
Olvidarse de las hojas
que arranqué del calendario
y no pensar en las horas
que llenaron estos años.
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