Siempre al final te absuelvo,
aunque los cargos contra ti son
graves
salen en tu defensa tantos besos
que hasta quitarme la esperanza
parece perdonable.
Te acuso con la rabia
que me da perderte
y me duele la fuerza de los hechos
que me conceden hoy
una razón que nunca quise.
El peso de las pruebas
es tan grande,
que apenas quedan dudas
de tu culpa.
Parece irremediable la condena,
pero este juez admite la eximente,
basada en algo más que testimonios,
imperfecta aunque cierta,
de quererme.
Por eso
y aunque no sea en derecho,
temblándome la voz
al pronunciarla
se falla a tu favor
esta sentencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario