Acompáñame muchacha
a pasear las calles
azules de mi infancia,
que aunque te pierdas
por esquinas sin regreso
yo sabré encontrarte
una tarde de abril
nacida de tus ojos.
Acompáñame muchacha
a mis recuerdos,
a la cal en los muros
y la sombra en el patio,
que mi tristeza
se hará agua en la fuente
cuando me mires con ternura.
Acompáñame muchacha
al barrio,
al mismo paraíso
de acacias y naranjos,
donde el fruto
prohibido y dulce
serán tus labios
cuando me besen.
.
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