Este olvido mercenario
que compré con mi sangre
al llegar el crepúsculo
y bebí con el ansia
torpe de un borracho
en una boca amarga
que no era la tuya
Este olvido mentiroso
de dulzura intermitente
que me traiciona a ratos
y me consuela a veces,
alimenta serpientes
con las manzanas rojas
de unos labios fríos.
Esta farsa de olvido
que pasea su risa
a la luz de los parques,
pero vuelve a mi casa,
oscuro ya el cielo,
bañado de lágrimas
más triste y más solo.
Este olvido imposible
que tienta a la suerte
con dados marcados
y persigue fantasmas
que cargan cadenas
pesadas de acero
las noches sin luna.
Este olvido no te nombra
pero tampoco olvida.
.
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