
Acuarela de RAimundo López
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No se va de mi cabeza
ese enjambre de mariposas negras,
rabiosas de deseo insatisfecho,
feroces como tigres sin comida
en una estrecha jaula
de barrotes fríos.
No las espanta
ni el infernal ruido
de la vieja máquina
calentando la leche del café.
La muchacha tiene los ojos,
grandes y redondos,
de una pureza extraña y torpe
mientras me mira
con la lástima que provocan
los últimos perdedores.
Me acerca la taza con delicadeza
para no hacerme daño,
para no quebrar más
el cristal de mi corazón roto.
Le sonrío sin fuerzas
perdido en un botón,
frontera de su pecho
casi adolescente,
tan blanco y sin formas.
Bullicio continuo
de bar de mercado,
refugio fugaz
de un mayor ajetreo,
crisol de colores,
aromas y sabores,
pregones de vida
que no me han hecho
olvidar mi tristeza
ni regateando con ella.
.
Es bonito eso que has escrito, al menos a mí me gusta.
ResponderEliminarLa tristeza en prosa poética,la encontramos en un instante de la vida de un hombre, que frente a unos ojos y una mirada a un botón que resguarda la sensualidad, espera sin regateo, el placer del sabor en un día cualquiera, entre el barullo y su soledad en compañía de "… feroces fieras hambrientas e insatisfechas…"
ResponderEliminarBello poema Rafael
Gracias Nadja por tu amabilidad, me alegro que te haya gustado supongo que porque hay algo tuyo en él.
ResponderEliminarGracias como siempre también a ti Leticia, aunque me parece que tú pones aún mas cosas tuyas. El poema forma parte de un librito no publicado mío que se llama Barcelona y que es casi una novela. Aunque en el blog no sigue el orden si se inicia con el café en el barrio gótico.