
El tiempo se tornó de pronto azul,
como un mar en calma,
sin espinas,
espejo para tus ojos
afilados por un deseo incandescente.
Lanzaba, tu mirada,
cuchillos de cristal desde el ayer perdido
a la memoria hallada de los días grises,
de las tardes claras
y las noches tristes.
Ardientes andanadas
de lava incontrolada
dejó sin miramientos
el volcán de tu cuerpo a mi ansiedad más torpe.
Hermosas cicatrices
de batallas de amor nunca ganadas
regresaron el dolor
de la primera herida
a mi carne vencida por los sueños rotos.
El tiempo se tornó, de pronto,
azul al recordarte
temblorosa en mis brazos
y quiso que encarnara la nostalgia
en el verbo sin fe de tanta ausencia.
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