Seguyrilla de las premiadas con el premio José de la Picá del Concurso Internacional de letras flamencas de la Asociación Hijos de Almachar 2024.
Pensamientos negros
truenan en mi alma
y tras la tormenta esta vez tampoco
llegará la calma.
Versos, poemas, letras de fandango y solea y otras composiciones de Rafael Domínguez Villa.
Seguyrilla de las premiadas con el premio José de la Picá del Concurso Internacional de letras flamencas de la Asociación Hijos de Almachar 2024.
Pensamientos negros
truenan en mi alma
y tras la tormenta esta vez tampoco
llegará la calma.
Soleá de las premiadas con el segundo premio en el Concurso Internacional de la Asociación Hijos de Almachar Baracaldo 2024.
Una vez tuve un amor.
Yo sé que tú no te acuerdas,
tampoco me acuerdo yo.
Borracha de vinagre de mal vino
mi soledad pasó la noche en vela,
buscando por tu calle, la cancela
que separa el pasado del destino.
Tuvo un final sin luz el desatino
de querernos los dos, aunque me duela
este amor se murió, dice su esquela,
que el tiempo que pasó fue su asesino.
Piso, descalzo, sobre los cristales
de aquellas copas del deseo, rotas,
quebradas y esparcidas por el suelo.
Pero tras la resaca de estos males
el sol saldrá de nuevo y las gaviotas
surcarán libres el azul del cielo.
Hoy tengo el corazón casi de luto,
se ha muerto un no se qué, que yo tenía,
que encendía la luz de mi alegría
y se fue sin dejar un sustituto.
Debió de ser pequeño, diminuto,
nadie, ni yo siquiera, le veía,
pero su triste ausencia es seca y fría,
el dolor de su falta es absoluto.
Elevo al cielo azul una plegaria,
pidiendo ese milagro inesperado,
que devuelva la vida a esa quimera.
Oración, desde el alma temeraria,
que lucha ya sin fe contra el pasado,
por el regreso de la primavera.
GRACIAS
Gracias Señor de las mañanas
por el sol al que mandas a besarme,
por la luz estrenada de mis ojos
y el olor a jazmines en el aire.
Gracias por la vida que me llama
a correr inocente por las calles
buscando la sorpresa casi nueva
de perderme y encontrarme.
Gracias Señor por el café
que bebo queriendo despertarme
y el recuerdo que guarda mi memoria
de los besos de un ángel.
Gracias por el agua más que tibia
que inventa en este cuerpo sus canales
y riega con sus húmedas promesas
ansias inconfesables.
Gracias Señor de las mañanas
por las rosas azules de los parques,
la sonrisa de nieve de los niños
y los ojos oscuros de sus madres.
Gracias Señor de la esperanza,
por mostrarte conmigo tan amable
y dejar a mi albedrío los caminos
que van a todas partes.
Gracias Señor porque quien amo
quizás también me ame
y pueda escucharlo de su voz
hermosa y suave.
Gracias por el día de regalo
y las horas que tengo por delante
por las cosas que los dos sabemos
y que no sabe nadie.
Letra premiada con el Manuel Machado de letras flamencas de la Fragua de la Isla.
Duérmete, niño, que viene
la muerte con su guadaña,
a ver si estando dormido
de largo esta noche pasa.
Tengo encendida una vela
en cada rincón de casa
y he perfumado los muros
de romero y de albahaca.
Duérmete, niño, que el sueño
te proteja de la Parca
que viene ciega a buscarte
para llevarte en su barca.
No quisiera, dulce cielo,
que esta sabanita blanca
que abraza tu cuerpecito
te sirviera de mortaja.
Duérmete, niño, que queda
un suspiro para el alba
y pronto llegará el sol
para besarte la cara.
¿ Qué te pasa corazón,
que no despiertas, mi alma?
No me dejes, rey, tan sola,
no me dejes, rey, sin nada.