Hoy tengo el corazón casi de luto,
se ha muerto un no se qué, que yo tenía,
que encendía la luz de mi alegría
y se fue sin dejar un sustituto.
Debió de ser pequeño, diminuto,
nadie, ni yo siquiera, le veía,
pero su triste ausencia es seca y fría,
el dolor de su falta es absoluto.
Elevo al cielo azul una plegaria,
pidiendo ese milagro inesperado,
que devuelva la vida a esa quimera.
Oración, desde el alma temeraria,
que lucha ya sin fe contra el pasado,
por el regreso de la primavera.
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