
La
fuente de la alegría
brota
de un corazón puro
y
no conoce sequía.
Tu
risa se me compara
a
los pájaros que cantan
al
despertar la mañana.
Cristalina
y revoltosa
se
paran para escucharla
los
geranios y las rosas.
Las
campanas de la torre
diría
que me repiten
por
bulerías tu nombre.
Yo
tu nombre me lo callo
y
lo negaré tres veces
antes
de que cante el gallo.
Es
tu secreto y el mío
el
querer que nos juramos
a
la orillita del río.
Mejor
que la medicina
es
el vino de Jerez
y
ese licor que tus labios
quieren
darme de beber.
Yo
me quiero emborrachar
llena
tu boca de besos
y
échame una copa más.
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