
Yo me declaro inocente,
que la inocencia es mi culpa
ante Dios y ante la gente.
Condeneme señor juez
que no hay delito más grave
que el delito de querer.
Y mandeme usted encerrar
a ver si de esa manera
la consigo yo olvidar.
No te puedo condenar
dijo el juez después de verla
y me dejó en libertad.
Me fuí con la absolución
sin haberme arrepentío
del cura de la prisión.
Madre vaya usted a decir
que no llamen al doctor,
que no quiero el cura allí,
que aunque enfermo estoy de amor
yo no me pienso morir.
Ya me voy a la estación,
cogeré el tren de las tres,
que ninguno sale antes
de vuelta para Jerez.
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