
En tus ojos dulces
bebo la amargura
que la vida me ofrece.
Todas las alegrías,
vestidas de fiesta,
de los días pasados
se aprietan
en el cofre pequeño
de una pena grande.
Si pudiera dejar de mirarte
quizás te olvidara,
pero clavo mis ojos
oscuros y tristes
en los tuyos claros
y todos mis sueños
de niño perdido
te besan la boca.
La memoria anochece
cubierta de ausencias
no importa la hora.
Mediodía
de un sol apagado
por nubes y lágrimas.
.
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