
Por el paseo, que hay junto a la orilla
del mar , íbamos despacio al santuario,
los murmullos del rezo del rosario
llegaban sin querer de la capilla.
La tarde sosegada y amarilla,
agosto en las hojas del calendario,
un paisaje de cuadro de anticuario,
colgado en la pared, junto a una silla.
Ni una nube pintada en aquel cielo
de una pureza propia de Murillo.
Y proclamó, sin voz, su único decreto,
un destello de sol entre tu pelo.
Yo, como tú, tan solo era un chiquillo,
me enamoré de ti, pero en secreto.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario